Reflexiones Filtros mentales
Filtros mentales
Viktor Frankl, el famoso psicólogo vienés, hablaba de una “libertad última” para la toma de decisiones, y lo hacía en el marco de su famoso libro “El hombre en busca de sentido”. Frankl, preso en un campo de concentración nazi durante la segunda guerra mundia relata que “había un lugar en donde ellos no podían entrar, pues podían maltratar mi cuerpo y hasta obligarme a hacer cosas execrables, sin embargo, había un sitio en donde sólo yo decidía, mi mente, mi razón, en ese recóndito lugar vivo yo, por tanto soy yo quien decide aún en circunstancias trágicas”.
Opuesto a esta libertad existen los filtros mentales como la visión de túnel, la polarización de la mente, el egocentrismo, la soberbia, la rigidez mental o el tan común “sí, pero…”, entre otros.
Cuando los criterios que utilizamos para razonar y valorar las situaciones son sólidas, estrictas e inamovibles estos se convertien en filtros mentales. Estos rechazan los nuevos conceptos, ideas o asociaciones de las mismas por el hecho de no estar previamente aceptadas y catalogadas. Así un filtro mental puede impedir la asociación de una nueva situación con lo que ya es nuestro “repertorio mental”.
Son aprendizajes que repetidos constantemente se fijan en nuestro cerebro por efecto de las uniones neuronales y descargan –a veces inconscientemente- cuando hablamos, pensamos, tomamos decisiones.
Vemos estos tipos de filtros reflejados en la empresa, en las escuelas, en los comentarios más triviales, en las propias expresiones, en la de los colegas, en los compañeros, en los jefes, los subordinados. Vemos así que estos filtros marcan todas las interacciones y las tiñen o para bien, o para mal. Los filtros mentales nos hacen ver el mundo de una manera particular, con un sesgo, es como ver el mundo siempre a través de la mirilla de una puerta, o de cabeza, de costado, con unas gafas de sol o través de una rejilla en zig-zag, los filtros lo afectan todo.
Por donde se lo mire, todos –en mayor o menor grado- hemos desarrollado filtros mentales como producto de la instrucción familiar, por la inadaptación de los padres de familia a los grandes cambios que la cultura orienta y que requiere de nuevas formas de comunicación con los hijos e hijas y de una gran dosis de amor para formarlos.
¿Cuál es el antídoto?
En primer lugar hacernos conscientes de la realidad, que por más objetiva que una persona quiera ser, siempre tendrá un cierto sesgo, una cierta parcialidad en los puntos de vista, en la forma de evaluar el mundo. Por definición la realidad es una observación colectiva de los hechos medibles.
La solución comienza al “darse cuenta”, al observar con menos ideas preconcebidas a las personas y los hechos que nos rodean, con un mayor sentido de posibilidad, con una mayor apertura. Incluye también adoptar aquellos “filtros” que deliberadamente deseamos experimentar, pensando por ejemplo: ¿cómo sería mi vida si creyera realmente que todo es para bien?, y crear así un nuevo filtro, más útil, que brinde otro tipo de posibilidades.
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